Las abejas, al igual que las hormigas, evolucionaron a partir de avispas. Los antepasados de las abejas
eran miembros de la familia Crabronidae
y eran depredadores de insectos. Es posible que las primeras abejas se hayan
alimentado del polen que cubría a algunas de sus presas y que, gradualmente,
hayan empezado a alimentar a sus crías con polen en vez de insectos.
Resulta muy probable que así sea.
La caída en las poblaciones del insecto (problema de colapso de colonias), tiene lugar por factores naturales y por la
acción del hombre a través de la destrucción del ambiente de las abejas
salvajes con el uso masivo de pesticidas y agroquímicos.
En el
Reino Unido, por ejemplo, el número de abejas equivale a tan solo el 25% del
necesario para la polinización. La gran mayoría de los expertos concuerda en
que las abejas son fundamentales para la raza humana. Pero no es
posible establecer un plazo de extinción – nuestra y de ellas. Decir que
ocurrirá en una determinada cantidad de años es especulativo pero, si no
preservamos el medio ambiente para conservar a estos insectos, el pronóstico se
cumplirá de forma irremediable.
Granjas naturales.
El trabajo que las abejas
aportan a la agricultura y los
beneficios para las actividades humanas se estiman en miles de millones de
dólares. Entre 2007 y 2008, una misteriosa disminución en la cantidad de abejas
en los Estados Unidos resultó en pérdidas que superaron los US$ 14 mil
millones.
El zumbido del apocalipsis.
Sin las abejas, el mundo
tal y como lo conocemos entraría en colapso.
Si las
abejas desaparecieran, buena parte de los vegetales también dejaría de
existir. Esto porqué las abejas son responsables de la polinización de
hasta el 90% de los productos vegetales. Incluso existen apicultores que alquilan abejas para polinizar las granjas. Los
pájaros y otros insectos también polinizan
a las plantas, pero a una escala mucho menor.
Con el
descenso drástico en la cantidad de vegetales disponibles, las fuentes
de alimento para los animales herbívoros se escasearían, generando un
efecto dominó en la cadena alimenticia. Los herbívoros comenzarían a morir,
reduciendo la oferta de alimento para los carnívoros, alcanzando a un número
cada vez mayor de especies hasta llegar al hombre.
Con pocos
vegetales y carne para el consumo, prevalecería la ley de la oferta y
la demanda. La tendencia es que los precios de los alimentos se disparen,
así como los costos de otros artículos de origen animal y vegetal, como el
cuero, la seda y el etanol, solo por mencionar algunos. La fórmula perfecta
para que se instale una crisis económica global.
En la
lucha por ese poco alimento restante, la población mundial podría comenzar
conflictos y guerras. La crisis agrícola afectaría a varios sectores de la
economía, generando desempleo, caída general de productividad e insatisfacción
popular. Con hambre, muchos terminarían muertos o enfermos. Pocos humanos
lograrían seguir con vida después de algunos años.
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