La risa es un
elemento esencial para la vida humana, pues nos ofrece salud y bienestar emocional, al
tiempo de ayudarnos a generar .
Ejemplo de esta interacción es el contagio de la risa o carcajada, misma
que todos, en algún momento, hemos tenido.
Nuestro
cerebro está preparado para recibir estímulos agradables y de modo automático
repetirlos. Las responsables de ello son las“neuronas espejo” (también
llamadas neuronas especulares) las
cuales se activan cuando perciben alguna acción de alguien de nuestro
alrededor, la cual nos es agradable y ayuda a sentirnos mejor. Dichas neuronas
nos ayudan a sentir empatía y afinidad con otras personas.
¿Cómo funcionan las neuronas
espejo?
Estas neuronas se
activan al ver realizar una acción y desempeñan un importante papel dentro de
las capacidades cognitivas unidas a la vida
social, como la imitación y la empatía, definida esta última como la
capacidad para ponerse en el lugar del otro.
Como
caso práctico, podemos poner el ejemplo de los niños pequeños. Éstos suelen
imitar nuestros gestos, ponen nuestras caras, posturas… y cuando les sonríes te
devuelven de inmediato una sonrisa.
Lo
mismo ocurre si te pones a reír a carcajadas frente a ellos, pasan muy pocos
segundos para que estén riéndose del mismo modo que tú.
A los
adultos nos ocurre exactamente lo mismo, la única diferencia con los niños es
que nosotros sabemos controlar nuestros actos y emociones y nos solemos cohibir
a la hora de hacer según qué cosas en un lugar público o delante de otras
personas. Por eso, al escuchar una carcajada, nuestra primera
reacción suele ser una sonrisa como respuesta y, si esa risa continúa y nos
sentimos en un ambiente confortable y/o amigable, acabamos riéndonos del mismo
modo.
Esta
misma razón es la que nos hace contagiosos los
bostezos, al ver llorar o sufrir a otra persona nos emociona, si oímos toser
nos entran ganas de hacerlo o si alguien se rasca en nuestra presencia
empieza a picarnos algo a nosotros.
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